Las ideologías en la municipalidad de Santa Bárbara, en muchos momentos de su historia se imponían y siguen imponiéndose, mostraban su utilidad orientando las acciones públicas e interpretaban al pequeño mundo local en que se desenvolvían, tanto la comunidad como los individuos que fueron desplazados y/o excluidos por haberse declarado exentos de todas esas ideologías perniciosas y que hasta la fecha aún perduran.
De ésta forma, se fueron gestando por ósmosis los noctámbulos oportunistas que se caracterizaron por traicionar todo compromiso, apareciendo en las consabidas épocas electorales en donde todas las ideologías partidistas armando toldas individuales, acallan en un silencio lejano e inaudible sus ilegales conveniencias, y haciéndose representar como inmaculados hombres “Pragmáticos” o realistas, sin siquiera saber de donde provenían tales palabras.
Además de ello, exhibieron con todo el cinismo, su falso esquematismo, pregonándolo voz en cuello, como el máximo nivel de desarrollo de la inteligencia y la virtud. Ahí tienen a la vista; bien podrán ver los resultados y no creo sean capaz de digerir lo hecho hasta hoy.
He escuchado muchas veces estas palabras “Cambio social” en múltiples campañas a cargos públicos, jergas debatidas en plaza pública por los señores candidatos versados en piadosas mentirillas veniales, pero que mas tarde significaron traición para las gentes buenas de la municipalidad.
Por esas razones y el supuesto cambio social fallido, es a que las comunidades se irán alejando contextualmente con más rapidez del entorno de sus líderes políticos, pues esas comunidades se les han hecho sentir huérfanas de toda teoría por culpa de variados modelos de conducta.
Por ello y sobre todo en las últimas campañas, los alcaldes se ven impelidos a dar respuestas y soluciones cada vez más rápidas e improvisadas, haciéndolas coyunturales e impuntuales en la aplicación de la acción, donde los procesos administrativos son tratados someramente, lo que ocasiona decrecimiento de la gestión municipal, volviéndose locuaz y fragmentaria.
Estos señores pragmáticos resultaron ser vástagos vergonzantes de aquellos esforzados constructores de conciencias desdichadas y nietos de a quienes denunciaron a las recalcitrantes ideologías como enmascaramientos de la realidad.
Por ello, en todo pragmatismo, quedo la funesta huella del absolutismo de familia y así se les escucho decir: “Hay que atenerse a la realidad y a las teorías”. Pero… eso les ocasionó cúmulos de dificultades cuando aparecieron corrientes racionales que afirmaban: “tenemos que atenernos a las realidades comunitarias y no a las teorías de los dueños del medio”.
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